Intensidad argentica

Pasó un mes desde mi último posteo. Y pasó de todo. Mamá, Clara y Maggie vinieron a visitarme. También dejé mi puesto de profesora en Wayra y ahora enfrento nuevos desafíos. Todo muy intenso como suele ser por acá, en Costa Rica.
 No me voy a olvidar ese primer abrazo que nos dimos apenas nos vimos. Fuerte y largo. Sonrisas, apretujones y lágrimas. Todo al mismo tiempo. El equipo femenino de las Okecki - sólo faltaba mi cuñada Pía- estaba de nuevo reunido después de varios meses. Pasamos una semana espectacular. Conocieron mi nueva vida: mi casa, las playas que más me gustan -hacíamos dos por día- mis amigos, mis vecinos, donde hago las compras, las calles que recorro todos los días, la comida tica y hasta pudieron ir al hotel donde queda mi nueva oficina, Capitán Suizo.
También las pude llevar a un evento de la ONG SalveMonos que contó con uno de los mejores pianistas ticos, Carlos Obregón. Otro día, viajamos a conocer el Volcán Arenal, nos quedamos a dormir en un hotel ecológico muy lindo e hicimos caminatas por la selva.  Pasamos  una tarde en el Hotel Tabacón en unas aguas termales en medio de la selva. Vimos plantas y flores de colores y forma extrañas. También probamos hacer canopy, nos deslizamos por unos cables a 200 metros de altura. Impresionante. Lo más cercano a volar que he vivido. Todo juntas. Las cuatro. De más está decir que me mudé con ellas toda la semana. Fue espectacular. Cocinamos, charlamos, descansamos, reímos, jugamos y disfrutamos muchísimo. No querían que se fueran…pero el sábado 18 de abril volvimos a abrazarnos y lágrimas mediante, nos despedimos.
A los dos días, empecé como asistente de la “Asociación de Desarrollo Integral de Tamarindo”. Una organización que, como les contaba en la última entrada, ayuda a mejorar el bienestar de los que vivimos acá. Trabaja mediante comisiones: seguridad, deporte, limpieza y espacios de recreación. La oficina queda en el Hotel Capitán Suizo que es súper lindo, muchas plantas y a orillas del mar. Hay mucho por hacer... El trabajo es entretenido, variado, desafiante e intenso. No me puedo aburrir. Cada comité tiene sus propias actividades y reuniones. También tengo que ocuparme de crear y organizar los eventos de recaudación de fondos. La gente de la asociación y del hotel es copada. Mucho trabajo. Mucho aprendizaje. 
Antes de despedirme, les cuento que también tuve la posibilidad de volar en un mini helicóptero, llamado Gericóptero, y desde el cielo miré todo Tamarindo, Langosta, Avellanas y otras playas más alejadas.  
Como ya les conté, en Tamarindo pasa de todo.  Nada de rutina ni aburrimiento. Ahora es tarde y mañana me despierto temprano. Ya les iré contando más novedades.

Tabacón.

En la puerta del departamento
Laguna del Volcán Arenal.

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