Hoy me cruce con una
amiga en el bar Chiringuito que está sobre la playa. Ella estaba tomando un
vino blanco y su amigo una cerveza. Yo recién llegaba y tenía a Alejandro en
mis brazos. Nos quedamos hablando unos minutos y le conté que había estado en Buenos
Aires para las fiestas. Me preguntó si tenía ganas de volver a vivir en BA. Le
respondí con una frase que repetíamos con mi amigo argentino Gonza cuando
vivíamos en Refundores. “Aquí somos pobres pero vivimos como ricos”.
A ninguno de nuestros
amigos de Tamarindo le sobra la plata. A veces llegamos justos al fin del mes.
Tampoco somos pobres. Es una exageración para ilustrar un punto. No tendremos casas lujosas ni autos de primera gama pero podemos ver increíbles atardeceres sobre el mar. Comemos sabrosas frutas
tropicales. Tenemos monos, iguanas y
ardillas en nuestros jardines. Es verano
todo el año. Trabajamos sin estresarnos. La gente en la calle es amable. No hay
bocinas, tráfico ni piquetes. Podes ir a la oficina en chancletas y con el traje de baño
abajo. Los amigos y conocidos se acercan hasta convertirse en familia. El café
es riquísimo. Vivís acorde a los horarios de la naturaleza. Te reís seguido
y no necesitas cosas materiales para sentirte bien.
Me gusta que esa
filosofía de vida se impregne desde chico en Alejandro. Me parece importante
que él tome valores tan fundamentales como la simpleza, la gratitud, el cuidado
por la naturaleza, la bondad, la confianza y el amor. También me parece
importante que sepa defenderse en la vida. Creo que en estos primeros años Alejandro
se merece crecer en un lugar así. Sabemos que es duro porque eso implica estar
lejos de las familias y de los amigos de toda una vida. También nos perdemos
ver crecer a nuestros sobrinos pero no se puede todo. Hay que elegir. Hoy estamos
en este camino. No lo hacemos rechazando lo anterior si no que, incorporando lo
nuevo, realizamos algo propio, algo nuestro. Estamos haciendo nuestra versión
tica con antecedentes greco argentinos. Estamos creando nuestro presente que
será el futuro pasado de nuestro hijo.
Queremos que se acuerde de su infancia
entre monos, mangos, pura vida y surf. Queremos que se enamore de la
simpleza antes de complicarse la vida.
Queremos que Alejandro sepa ser agradecido de lo que tiene y que no se
lamente por lo que no tiene. Porque así son los ticos: agradecidos. Nos encanta
pensar que desde chico va a convivir con niños de otras nacionalidades, idiomas
y culturas. La diversidad no va a ser un concepto abstracto sino que será su
realidad. Empezando por sus padres.
Además, este es el lugar donde conocí a Dimitri y donde me enamoré de él.
Al tener nuestras raíces en dos continentes,
esta familia está predestinada a
viajar. Espero encontrarlos aquí o en
algún otro rincón del mundo.
Fue un placer verte de nuevo amiga!!! Alejandro es un divino!!! Y vos y Dimitri son de las parejas más hermosas!!! Que Dios te siga bendiciendo en grande!!!!
ResponderEliminarWhat a lovely description of your life as ticos.
ResponderEliminarPure vida!
Anna Maria
Elige tu propia aventura! Igual aunque lejos, siempre cerca.
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