Niga, la gatita derriba prejuicios

     Desde chicas pensé que no me gustaban los gatos. No fue a partir de ninguna mala experiencia; simplemente, me convencí de que no eran de mi agrado. Me inspiraban desconfianza y miedo. Y repetía y me repetía: “No me gustan”. Y me encantaba jactarme de que prefería a los perros. Como si unos fueran mejores que los otros, casi como pronunciarse a favor de un equipo de fútbol.

     Cuando empecé a trabajar en la oficina del Hotel Capitán Suizo aquí en Tamarindo, me encontré con varios animales, entre ellos los no tan queridos gatos. En las reuniones de equipo, siempre se colaba uno, Pinto, que se acercaba a mí.  Frotaba su cuerpo contra mi pierna o se subía al sofá y caminaba por atrás de mí. Yo trataba de disimular pero la realidad es que me generaba rechazo. A medida que pasaban las reuniones me fui acostumbrando y pasó a “no molestarme”.  En el hotel adoptaron a tres hermanitos bebés de color naranja con los que empecé a generar otro tipo de vínculo. Cada tanto jugaba con ellos y los acariciaba. Y me disfrutaba estar un rato con ellos pero me generaba ciertos choques con mi anterior paradigma.  ¿Cómo era posible? Hoy escribo esta nota, en mi cama, con una gatita, al parecer de pocos meses, que hace unos días que está viniendo a casa. Estamos escuchando música relajante y entre teclas, la acaricio. Veremos si nos acompaña en la mudanza a la nueva casita. Ojalá que sí.

    Todo este ejemplo apunta a que pienso cuantas veces me invento creencias y vivimos pensando que son realidades absolutas pero después me doy cuenta que eran sólo prejuicios. “No voy a poder vivir en otro país. ”. “No puedo vivir en un lugar agreste ya que me dan miedo los bichos”. “No como berenjena”. “No saldría con chicos más petisos que yo”.  “Me da miedo hacer canopy,  no lo voy a disfrutar." y miles de frases más.

      Cuanto cambia nuestra realidad cuando uno se abre y se anima a tener una segunda, incluso primera experiencia.

     No hay un “SOY”. Hay un “SIENDO”.  Somos siendo. Y bienvenido el cambio y la ruptura de prejuicios. Animémonos a probar gustos de helados nuevos, música “superficial”o viajar a lugares desconocidos.

   Sigo amando a los perros, muchísimo. La única diferencia es que ahora sumé a los gatos. Tal vez mañana sean las víboras. No lo creo pero nunca se sabe.



Comentarios

  1. Tere, feliz estoy de leer lo que escribis. Por un lado siento que estas volviendo a tu infancia antes de que los prejuicios te moldeen, por otro lado LA sabiduria que te esta haciendo feliz es producto del Camino recorrido. Te extrano Amiga, y brindo por mas historias de Vida!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡GRACIAS AMIGA! Tamarindo me abrió la cabeza y derribó los prejuicios.
      Yo también te extraño.

      Eliminar
    2. ¡GRACIAS AMIGA! Tamarindo me abrió la cabeza y derribó los prejuicios.
      Yo también te extraño.

      Eliminar
  2. Tere, feliz estoy de leer lo que escribis. Por un lado siento que estas volviendo a tu infancia antes de que los prejuicios te moldeen, por otro lado LA sabiduria que te esta haciendo feliz es producto del Camino recorrido. Te extrano Amiga, y brindo por mas historias de Vida!

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Miedo a acostumbrarme

Elle Zoe: my resilience teacher and skysurfer!

Encontrarse con el otro tal cual es