Agradecida
Hoy se cumplen 4 meses desde que llegué a
Tamarindo. ¿Mucho, poco? ¿Quién sabe? Es
difícil medir el tiempo.
Ayer
una amiga argentina que vive en San José, y viene a Tamarindo cada tanto, me
dijo que me veía muy asentada. Me dejó pensando. Es verdad que estoy más
habituada a ciertas cosas de este lugar. Poco a poco me estoy acostumbrando al
calor aunque abril y mayo son los peores meses. Además, me estoy adaptando
a la comida, a las calles de tierra y al polvo que vuela cuando se
levanta el viento o pasa un auto. Lo más importante: ya tengo un muy buen grupo de amigos.
Por otra parte, todavía siento que me falta mucho por vivir, cuatro
meses es poco pero si analizo todo lo que viví y experimenté siento que pasó
mucho más.
Hace un par de días me enteré que
me aceptaron en un nuevo trabajo. Una vez que me estaba adaptando a ser
profesora de español, me ofrecen un puesto relacionado con la comunicación y relaciones
públicas. En un pueblo tan chico, trabajar de mi profesión es muy difícil.
Estoy realmente agradecida y muy contenta con la oportunidad. Será la asistente
de una organización que trabaja para mejorar la calidad de vida en
Tamarindo. Tendré que gestionar la comunicación
y organizar los eventos de recaudación de fondos. Una nueva experiencia que no puedo rechazar y
que representa un nuevo desafío. Empiezo el 20 de abril. Ya les iré contando.
Ayer en Wayra me hicieron emocionar.
Voy a extrañar enseñar. Descubrí una nueva vocación y pienso retomarla apenas
pueda.
Como si fuera poco, me mudé.
Encontré un lugar lindísimo y muy Pura Vida Style. Está ubicado a una cuadra de
la playa. Increíble. Es un departamento con la cocina en el patio. A la noche
tengo que poner trabas en la alacena para que los mapaches no me roben la
comida…De día me visitan los monos aulladores, las iguanas y unos enormes pájaros
negros. Realmente siento que, tal como me dijo mi sobrino Tinito, estoy
viviendo en la selva. Y me gusta. Y me hace bien. Ahora escribo esto sentada mirando
el jardín lleno de plantas y flores.
Los dueños son ingleses, de Bristol, y
realmente me malcrían. Otro motivo para agradecer. Hoy me levanté y salgo a la
cocina y me encuentro con un nuevo microondas. Un día atrás les había pedido permiso para
usar el de ellos ya que tenía que descongelar una carne para una comida con
amigos. Muy atentos. Son tan generosos que hasta me buscaron en su auto por mi
antigua casa y me ayudaron con la mudanza. No se imaginan lo que era el auto,
una cupé (no era la Fuego pero estaba bien) cargada hasta la manija y yo
sentadita adelante con mi botellón de agua que tuve que desarmar para poder
llevarlo. Cada pozo que agarraba provocaba que se salpicara el agua por todos
lados… Y el inglés que para hacer cuatro cuadras me pidió que pusiera el
cinturón de seguridad. Íbamos 30 km/h. Era para sacar una foto.
Siento que empieza una nueva
etapa en esta aventura. Nueva casita, nuevo laburo y nuevas sensaciones. Acá en
Tamarindo, todas es intenso y por más que las compartas con amigos, uno está
sólo. Uno las vive de manera individual.
Creo que este tipo de experiencias te
fortalecen porque estás aislado de lo conocido, lo familiar y lo vivido. Tenés
que hacerte valer y abrir camino. Actuar. Dejar de planear y esa palabra tan de
moda: procastinar. Hacer, hacer y hacer. Equivocarse, embarrarse, perderse y
volver a empezar.
Creo que la buena onda de la gente
que me quiere está conmigo. La siento. También creo en el karma y que la bueno
que doy, me está volviendo.
Para cerrar una semana de muchas
emociones, mañana llegan mamá y mis dos hermanas. Se quedan una semana así que
ya planeé mis vacaciones con ellas. Estoy FELIZ.
Gracias Dios por tanto.
Gracias a
todos los que me mandan tan buena onda y me alientan.
En Wayra hoy al mediodía entregando el diploma a Jill de Suiza. |
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